viernes, 18 de octubre de 2013


Yo también he hecho fotos de toreros. 
No a la Censura.

Vaya por delante que probablemente sea una de las pocas personas en España que no se posiciona ni a favor ni en contra de los toros y que sencillamente la visión de una corrida le provoca normalmente aburrimiento. Esto podría ser entendido como insensibilidad hacia los animales por parte de los antitaurinos y como falta de sentido artístico por parte de los taurinos, de lo que en ambos casos me alegro. Igualmente en el aspecto nacionalista procuro que mi españolidad, "por la gracia de Dios", no nuble mis entendederas y evito cualquier aspecto de ceguera radical, considerando el nacionalismo, en cualquier sentido, no ya un expresión radical y desviada de patriotismo que provoca todo tipo de reacciones negativas contra la sociedad, sino también un continuo atentado contra la cultura y en última instancia contra la libertad.
Durante los últimos días hemos asistido no pocos ejemplos de ello, retrotayéndonos a tiempos de la Inquisición, aunque desde los ámbitos nacionalistas españolistas se insiste en que ha habido más casos que nos llevarían a la prohibición de la tauromaquia en Cataluña para observar el fenómeno. El caso es que, por lo que respecta a los últimos acontecimientos, hace pocas fechas, el ayuntamiento de Barcelona prohibía la grabación de unos capítulos de la serie "Isabel", en la ciudad, antes condal, ahora cabeza de la nación catalana. No obstante, lo más gracioso de todo era la excusa dada, "falta de rigor histórico". ¡Ojo! que dicen esto los que han falseado la historia hasta el punto crear una entelequía historiográfica sobre la historia de Cataluña, que desde sus orígenes no es más que una serie de capítulos dirigida hacia el objetivo final de la Independencia. Una de tantas visiones teleológicas que sólo logran prostituir la historia y engañar a los ingenuos.
Al margen de ello -que habría que considerarlo más como un halago a la producción de la serie Isabel que otra cosa- parece que se ha abierto la caja de los truenos en ese sentido. Posteriormente, el nacionalismo español, dormido afortunadamente durante años, pero despertado al son del ardor guerrero catalán, empieza a mostrar también su condición y algunos de sus representantes -esperemos que una minoría para no llegar a los extremos de los gobernantes catalanes- llega y prohibe a Albert Pla, cantante catalán, cantar en Gijón, bajo la excusa, esta vez, de haber insultado a los españoles en unas declaraciones; dijo que le daba "asco ser español". Como si Albert Pla no hubiera hecho esto anteriormente en innumerables ocasiones y sirva el ejemplo de una de sus letras más conocidas de sus canciones "Carta al rey Melchor" de la que extraigo un fragmento.


"Sería mentirle si digo que tengo respeto por la monarquía siempre me he cagado en las dinastías y en las patrias putas, las banderas sucias los reinos de mierda y la sangre azul, mi majestad".


Albert Pla. Otra víctima de la Censura.


No creo, por tanto, que se pueda ver ahora entender ningún tipo de insulto en la postura de Albert Pla, que ha sido siempre parecida. Como mucho podría tachársele de incoherencia al abrazarse, ahora, a una de esas "patrias", como es la catalana, pero, por lo demás, nada que no se pueda solucionar con la decisión personal de "ir o no ir" a uno de sus conciertos.
Máxime cuando esos mismos censores, piden que en Cataluña, se pueda "ir o no ir" a las corridas de toros y es que, como en muchas otras cosas, valores simples como la coherencia están por encima de otros fanáticos como el nacionalismo.
Y es que esa misma solución, la libertad individual ante la cultura. El "ir o no ir" a los espectáculos propuestos es la clave de la solución, no el ejercicio de censura previa que se impone porque determinados iluminados consideren que daña el pretendido, y lo que es peor interpretado y utilizado, espíritu de las naciones.
Imagen del Torero Juan José Padilla del fotógrafo Daniel Ochoa.

Ahora tiene lugar el último episodio por el cual se prohíbe la exhibición de un cartel para un evento cultural en Barcelona, la World Press Photo, por contener la fotografía de un torero, -que adjunto- en una actitud que nada tiene que ver con la tauromaquia, pero que a los insignes dirigentes de la otrora ciudad quintaesencia de la libertad, como era Barcelona, les parece un ataque contra no se sabe qué. 
Y el "no se sabe qué" queda más patente que nunca. De nuevo, reflejo la excusa, que siempre suelen dar para algún tipo de monólogo cómico y en este caso es ya -si me perdonan la expresión-, "descojonante": ¿Pero tenemos más opciones? Véase por favor el vídeo que adjunto que no tiene ningún desperdicio.




Pero no se preocupen que tengo una medicina increíble para el tratamiento de este tipo de censura en Cataluña y es que resulta que tanto la propaganda como la censura previa son inventos ESPAÑOLES, mal que nos pese a algunos.


El origen histórico de la propaganda y la censura previa.
Corría el año de 1366 cuando Pedro I y Enrique II estaban enzarzados en una guerra civil para designar cual sería el rey de Castilla. Se trata éste de uno de los pocos enfrentamientos entre reyes en los que la historiografía coincide en designar como legítimo a Pedro I, pero resulta que en la disputa venció Enrique II, que sencillamente hurtó el trono al rey legítimo. Se iniciaba así la casa de los Trastamara en España, y digo bien, en España, ya que posteriormente los reyes aragoneses acabaron siendo también de esta casa. Se da la circunstancia de que tanto Isabel de Castilla, como Fernando de Aragón fueron Trastámara, una casa que tiene mucho que decir, como vemos en la fundación del reino de España. 
Pero bueno, volviendo al origen y ante la carencia de legitimidad Enrique II inició una campaña nunca vista de propaganda de su propia dinastía, con símbolos, juglares, canciones y poesías a su favor y en contra del depuesto rey, hasta el punto de que el apelativo que ha quedado para el rey Pedro I ha sido "el cruel", debido a la difamación sistemática a la que se vio sometido durante el reinado de su hermano. Así pues he de recordarle a las autoridades barcelonesas que la propaganda fue un invento no ya español, sino incluso va más allá, CASTELLANO. A ver si se aterrorizan.
Si no les quita esto las ganas de seguir falseando la historia voy a explicarles el origen de la censura previa. La inquisición vaticana asume en el siglo XVI la quema de libros como una vía de control de ideas en lo que sería una censura post hoc. Antes a finales del XV un precedente de este tipo de censura lo constituyó el mítico fraile italiano Savonarola, quien en su hoguera de las vanidades, quemaba libros considerados inmorales. Posteriormente la cosa se institucionalizó y el vaticano publicó el primer índice de libros prohibidos se publicó en 1564, inmediatamente acogido por España, como no. Pero la cosa parecía insuficiente.
La monarquía española viendo el daño que ocasionaban determinadas publicaciones y obras de teatro, entre las que se encontraba un caso único como la Relación de la destrucción de las Indias, que anticipaba lo que hoy sería una especie de libertad de prensa, -que también se dio aquí, oiga-, y temeroso de los perjucios que un exceso de libertad podía causar, procedió a buscar instrumentos para su control. El primero fue la prohibición que se hizo del teatro a finales del XVI, que se sumaba a los libros prohibidos. Sin embargo, parecía algo desmedido, porque había mucha demanda y el teatro tenía mucho de bueno. Por ello, Felipe III y en especial Felipe IV idearon un sistema por el cual, las obras de teatro que fueran a imprimirse en castellano deberían tener una autorización previa por parte de los representantes del rey. 
Curiosamente esto creó una paradoja que fue que la prohibición sólo afectaba a Castilla y no a Aragón. Esto propició que los autores castellanos buscaran Aragón, y dentro de el reino, Cataluña, para publicar las obras que no se adecuaran a la censura previa. Más curiosamente todavía, y es que la historia es siempre de lo más curioso que se encuentra, de esta censura previa en castellano, los reinos aragoneses desarrollaron una inusitada actividad de publicación de obras en castellano, lo que explica que todavía hoy Cataluña, -hasta que se le cruce un cable a algún iluminado nacionalista- sea una referencia en la industria en castellano en todo el mundo. 
Sólo espero que en Cataluña, sus gobernantes, destierren la propaganda y la censura previa recordándoles que son inventos españoles, e incluso castellanos, y, de paso, a ver si, con suerte, en el resto del país no copian este tipo de actitudes, que por si no se han dado cuenta en Gijón, eso es "malo" y no "bueno". Malo, bueno - Siempre nos quedará el recurso a esa gran aportación cultural al mundo que son Epi y Blas. 

Conclusiones.
Como decía Albert Pla, en un planteamiento al que me adhiero con matices "da asco ser español". Eso sí, a veces, pero, con situaciones y gobernantes como estos, desde luego. Afortunadamente también puede sentir uno orgullo cuando los artistas españoles -ea, son de aquí y habrá que denominarles- reaccionan y han iniciado una campaña de denuncia y solidaridad con el autor de la foto imitando la postura del torero Padilla que sale en la foto prohibida. Un fenómeno al que se han sumado un buen número de compatriotas míos no nacionalistas y al que me quiero sumar de alguna forma.




Campaña contra la censura
Como decía al principio me aburro en las corridas de toros, eso no quita para que no haya ido en alguna ocasión a alguna e incluso, a veces, realizado fotografías por motivos profesionales. Quiero exponer algunas de las que considero buenas. Lo más llamativo es que si pudiera darles destino, alguna iría a un cartel taurino y otra a un panfleto de denuncia del abuso animal, porque el arte no debe eludir la crítica. Otra procede de un encierro -que tengo que decir que sí que me gustan-. Aunque técnicamente no es la mejor, en ella observamos la inmensa fuerza del toro, un animal mítico que no me extraña que haya causado impresión en la cultura. Vaya desde aquí mi homenaje a todos aquellos artistas que ven en el arte mucho más de lo que el pensamiento oficial político o determinadas corrientes les imponen a través de la censura y también un recuerdo a aquellos otros que se autocensuran por el que dirán y para que no se les asocie a determinado partido. El mío está claro, la libertad de creación y de expresión y la lucha contra el fanatismo.

Arte taurino

Yo también he hecho fotos de toros




Un encierro callejero



Toros, ¿arte o tortura?


JA, JA, JA. Perdonen ustedes, pero es que todavía me estoy riendo de las declaraciones del responsable del Ayuntamiento de Barcelona. Oye, ¿tenemos más opciones? Como se podrá ser tan...