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Resulta increíble la existencia de un desierto tan septentrional. Desubica completamente al lector que no imagina que se pueda encontrarlo en estas latitudes. Un lugar que se manifiesta idóneo para la trama pues en sus arenas tuvieron lugar destacados episodios de bandolerismo y acciones políticas muy importantes. Por si esto fuera poco, los desiertos siempre han jugado un papel importante por su significado literario y posteriormente fílmico. Resulta una localización ideal pues aumenta igualmente la sensación de retiro del ambiente del protagonista y su lejanía con el mundo real.
Las bardenas reales. Cedida por el Archivo de turismo Reyno de Navarra. |
En las entradas del desierto existían varios conventos que buscaban el retiro que genera el medio. Los más conocidos son el de Leyre o el de La Oliva. Entre ellos existió una importante relación cultural, haciendo del desierto en el siglo XVIII un enclave cultural de primer orden. También lo fue políticamente en el XIX y por sus arenas deambularon los ejércitos carlistas durante la primera guerra carlista.
El santuario de Sancho Abarca contaba con un convento durante el periodo. Perteneciente a Tauste (Zaragoza) es el lugar ideal para la ubicación del origen del protagonista, que lo tendrá siempre como referencia en sus viajes. Tras momentos de esplendor en el siglo XVIII y principios del XIX vive una decadencia dramática hasta su cierre en 1835.
"Tío Ventura" es el prior y alberga una comunidad un tanto peculiar que se verá envuelta en sucesos políticos, a veces dramáticos durante la primera mitad del siglo XIX. Uno de sus moradores es Marcos Perelló que decide abandonarlo para conocer el mundo.
El santuario de Sancho Abarca en Tauste. Foto de la asociación "el Patiaz" bajo creative commons. |
Monasterio de Leyre. Cedida por el archivo de turismo Reyno de Navarra. |
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