El triángulo que constituye entre Málaga, Córdoba y Sevilla, con las poblaciones de Ronda, Lucena y Estepa, es sin duda el epicentro del bandolerismo andaluz, pudiendo enlazar al norte con las jienenses sierras Morena y de Cazorla. La alternancia de llano y sierra hacían el lugar ideal para la existencia de bandoleros que podían llevar una vida escondida al margen de la ley. El lugar más conocido del enclave es Ronda, aunque hay muchas otras poblaciones como Estepa, Écija, Lucena, Alameda, Antequera, Mollina y tantas otras, que se han hecho famosas por su relación con el bandolerismo. Y con ellas sus sierras: la de Aras, Hornachuelos, Horconera, Rute o Cabra en Córdoba; la Sierra Norte y la Sur, de Sevilla y la Serranía de Ronda o las de la Camorra y Antequera, malageñas, por citar algunas.
Por aquellos pueblos, ubicados en todo el centro de Andalucia, los bandoleros campaban a sus anchas, siendo muy complicado históricamente acabar con ellos. Se sumaba el desgobierno existente en España en las primeras décadas del siglo XIX. Todo ello convierte a Ronda en la auténtica capital del bandolerismo nacional y a un hombre en su rey, el célebre José María el Tempranillo. Nacido en Jauja, Lucena, abatido en la Camorra y fallecido finalmente en Alameda, donde descansas sus restos.
Claro que toda la zona está salpicada de montañas y riscos que piden a gritos la presencia de bandoleros. véase, si no, el Torcal de Antequera, que llega muy al sur casi a la costa.
Claro que en el final de la biografía del Tempranillo, destaca su paso al otro lado de la ley, en este caso al de los cuerpos de seguridad, pues acabó formando parte del complejo entramado fernandino de cuerpos del estado. La historia de los bandoleros, es también la historia de sus perseguidores. El propio ex-bandolero, el Intendente de Sierra Morena, Pablo Olavide o el marqués de las Amarillas, son algunos de esos agentes del orden. Especialmente celebrada en la trama es la historia del alcalde de Gaucín, en Málaga, que acabó con los bandoleros de la sierra de su pueblo, convirtíendose en un mito de gobernante-justiciero.
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