15. La corte de Fernando VII en los agitados momentos de la primera mitad del XIX.

La monarquía pasará de la mayor suntuosidad del XVIII a la decadencia del XIX.
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Realmente nuestros protagonistas en la novela no tienen ninguna relación directa con la corte. No se relacionan directamente con reyes ni estadistas del más alto nivel; aunque la política siempre estará presente en sus acciones. Como un gran hermano invisible, las decisiones políticas pesan sobre sus vidas decisivamente y ellos son simples peones en el tablero. Los artífices del poder guían a los hombres como marionetas y el fondo la ilusión de poder de los bandoleros quedará sólo en eso, una ilusión.
Fernando VII es el rey en este turbulento periodo, en el que su legitimidad se ve menoscabada por las diversas facciones que acabarán en una guerra. No obstante, es uno de los reyes que construye el estado moderno. La huella de estos tiempos se verá reflejado en los edificios de Madrid y alrededores como el de la granja de San Ildefonso en Segovia con sus fastuosos jardines.

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Contruido por Felipe V, la monarquía española desarrollará la importancia del lugar de la Granja como residencia real en el reinado de Carlos III, siendo decisivo como centro político en XIX y especialmente con Fernando VII. Aquí tendrán lugar las intrigas sobre la ley sálica y el posterior Motín de 1836 en favor de la constitución de Cadiz.
Claro que compartía importancia e historia con el palacio real de la capital, que vivió unos tiempos parecidos adquiriendo notoriedad en tiempos de Carlos III y definitiva habitabilidad en el XIX. No cabe duda que es a finales del XVIII y a principios del XIX cuando se establecen los fundamentos de la monarquía contemporánea: suntuosa; pero reñida con el espíritu de soberanía nacional.

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En cuanto a Madrid propiamente dicho, vivirá urbanísticamente los problemas propios de la guerra y experimentará no pocos cambios; aunque se va definiendo poco a poco su estructura moderna. El palacio de la marquesa de la Sonora, construido a principios del XIX, terminará siendo al final de siglo cárcel e incluso la sede del Ministerio de Justicia, heredero del antiguo Ministerio de Gracia y Justicia, entidad desarrollada en ese siglo y que ocupó en varias ocasiones uno de los constructores del Fernadismo, Tadeo Calomarde.

Un lugar de claroscuros, como la monarquía del periodo.
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