3. Otros emplazamientos de Aragón. Zaragoza, Calatayud, El Moncayo, Teruel.

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El culto mariano se desarrolló especialmente durante el siglo XIX, algo que en el imaginario de Marcos Perelló está muy presente a través de dos vírgenes aragonesas: la del Pilar y la de Sancho Abarca. En aquellos convulsos tiempos la religión jugó una papel esencial en el desarrollo del país y no fue extraño que los religiosos estuvieran involucrados en el desarrollo político y económico. 
En particular la influencia aragonesa en el desarrollo del país fue notable, a través de iconos y personas. Por citar un ejemplo, el del turolense Tadeo Calomarde, la figura política más fuerte del periodo fernandino.

El Moncayo nevado
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A nivel social, también vivió situaciones de bandolerismo, aquí es donde se yergue majestuosa la figura del Moncayo, montaña más que sierra que albergó a los bandoleros más famosos de Aragón.
Vista desde El Moncayo.
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La relación del Moncayo con nuestra historia es indirecta y sólo narra las andanzas de unos salteadores de caminos a su paso por la zona. No ocurre lo mismo con la población de Calatayud, en la que nuestro protagonista asiste a una escuela de latinidad. Precisamente desde allí es de donde huye en busca de aventuras adentrándose en el sur de España.
Calatayud es una ciudad situada junto al río Jalón que cuenta con algunos de los rincones más hermosos del país como es el Monasterio de Piedra.

Un rincón en el Monasterio de Piedra.
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