Sí, como éste.
Debes de saber en primer lugar que es difícil que existan soluciones simples a problemas complejos. Si realmente te preocupa el tema, debes tomar este artículo como una anécdota y no como un diagnóstico. El populismo no es una enfermedad mental ni emocional, quizá sea sólo una enfermedad social, pero está claro que afecta particularmente también al individuo. Este tipo de artículos sólo te pueden avisar, nada más. Como mucho, espero que esto te sirva para saber que tienes un problema, pero no es la solución porque la solución, como todo en esta vida, no es tan sencilla.
En cambio, tú...
2. Crees que los problemas se solucionan fácilmente.
Ahondando en el primer punto nos podemos imaginar que, si nuestros problemas son complicados de solucionar, los de las entidades de miles o millones de personas, tales como empresas o países, serían tremendamente prolijos. El principio de todos los males es la necesidad que tiene el ser humano de darse una explicación. Asumir que esta no existe es duro y genera angustia.
Sin embargo, soluciones tales como "expropiar a los ricos", "que no roben tanto los políticos" o "salirnos de Europa" no son una solución en sí misma. Si crees que acciones tan sencillas encauzarían nuestra situación la llevas clara.
3. Existe un enemigo del país.
Aquí no hay diferencias entre populismo de izquierdas y de derechas. Ambos tienen sus propios enemigos. En algunos casos son comunes: las élites. Los ricos suelen ser el enemigo de la patria, también lo son los políticos. De hecho, el antiparlamentarismo ha sido recurrente tanto en el fascismo como en el comunismo y en los actuales populistas.
Hay otros enemigos, como los inmigrantes, que en este caso no repercute tanto en los populismos de izquierdas. La Alemania nazi rozó la perfección en esta práctica pues unió en uno a los ricos con los parias en la figura de los judíos. Se puede entender como una obra maestra, aunque si te parece así, realmente estás enfermo.
Si ves algo o a alguien luciendo símbolos que identificas con los de un movimiento populista te vuelves loco. La esvástica es el más claro ejemplo, aunque determinados colores que puedan usar fuerzas populistas o los propios símbolos también te ponen y crees que cualquiera que use tu color está haciendo un guiño a tus ideas.
Ocurre igual que cuando ves una bandera de tu país o alguien con una camiseta de tu equipo. Inmediatamente sabes que estás con alguien de los tuyos, o de forma más evidente, si alguien habla el idioma con el que se identifica un nuevo nacionalismo; pero cuidado, que quien lleva una camiseta del color de tu movimiento o habla como tú no tiene porqué ser de tu tribu. Te podrás llevar algún chasco.
5. Crees en el mesías.
Está claro que te sientes bien con los tuyos, haces piña. Estás con tu gente. Ya sólo falta un líder conductor que aproveche las sinergias del grupo. Que dé con la clave de lo que el grupo necesita y que luego genere nuevas expectativas que sólo podrá satisfacer él. Siempre generar expectativas.
Sorprendentemente verás a increíbles personajes liderando tu tendencia. Más parecerían líderes de una secta. Sólo les falta la túnica.
Claro que la diferencia que hay entre un líder populista y uno de una secta es que el de la secta puede prometer cualquier cosa irracional, tal como un viaje final a un nuevo planeta. Tu líder no ofrece tanto, ¿o sí? ¿No da la sensación, a veces, de que los líderes populistas ofrecen viajes hacia nuevos paraísos? Ah bueno, eso tú no lo ves.
6. Haces campaña.
El día antes de unas elecciones te verás diciendo a todo el mundo a quien vas a votar. Te enorgulleces de tu próximo viaje espacial. Comprobarás que nadie a quien se lo digas te dirá que va a votar a un contrario. Sólo coincidirás en ilusión con gente como tú y, al encontraros varios, fiesta: la revolución es posible. ¡Por el triunfo de mañana camarada! Nuestro paraíso está cercano. Nuestro viaje a Itaca va a comenzar.
Ya previamente has contestado con orgullo a varias encuestas y respiras exultante la posibilidad de que la sociedad se vaya a transformar. La sobrexcitación ante retos políticos suele ser uno de los síntomas más propios de la enfermedad de populismo. Háztelo mirar.
7. Sufres demasiado las derrotas de tu equipo.
Pero, ¿y si no se han conseguido colmar las expectativas halagüeñas de tu formación? Sufres, te enfadas, te decepcionas. Como mecanismo de defensa pensarás que la culpa no es tuya, ya que la mente de un enfermo de populismo se está preparando para eludir la insatisfacción. Ya sólo hay dos mundos el ideal y el real. El tuyo, que va a ser, y el real, que es. Y lo más lógico es que el real no sea bueno, dado que es lo que nos ha llevado aquí. Pero la gente no se da cuenta. Es imbécil.
Sin embargo, la decepción no es la respuesta. Sorprende la capacidad de un enfermo de populismo de retroalimentarse. Una caída sólo es el paso siguiente a un nuevo impulso en el que cada vez van a servir nuevas vías.
Estáis empezando a necesitar un nuevo trampolín de acceso al poder.
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Y es que realmente no entienden nada. Siguen votando lo que había y lo que nos ha llevado a estar mal. Tú y tu mesías lleváis la razón y los demás están equivocados. No se dan cuenta de que nuestra patria milenaria necesita un nuevo camino. Los ilusos son los demás.
Este tipo de mecanismos es de los más peligrosos, pues genera una especie de círculo vicioso que te puede conducir a una mayor implicación emocional y a multiplicar tu frustración. Cada día te cuesta más dar la razón a otro que piense diferente, ni tan siquiera parcialmente. Es lógico, tú llevas la razón, pero toda la razón. Ves la verdad, ahí tan sencilla, y no puedes entender que otro no la vea. Habrá que prescindir de ellos. El enemigo cada vez es más real.
9. Las vías convencionales de acceso a poder no valen.
La democracia es imperfecta y hay que buscar nuevas posibilidades de acceso al poder. Un poder que genera mecanismos que no vemos y que limitan nuestras posibilidades. Un pucherazo, una conspiración judeo-masónica, la unión de todos contra mí... Estás desarrollando una mentalidad conspiranoica y empiezas a ver legítimas otras vías de acceso al poder. Un "punch", golpe de estado, la desobediencia. Todo vale para hacer triunfar la verdad legítima. Al fin y al cabo es por el bien general y deberían estarnos eternamente agradecidos.
No sólo cada día estás más ciego, sino que no entiendes porqué los demás no lo están y aspiras a sacarle los ojos.
10. Ya no puedes salir de la secta.
Mitiga el dolor. Te hace creer. No estás preparado para asumir la vida real. Fuera, sólo hay corrupción, desigualdad, aprovechamiento social, pero en el fondo te has convertido en un cobarde y dónde crees que está la solución sólo estás creando un nuevo problema. El resto de la gente tiene los mismos problemas que tú, pues esta sociedad mezquina nos afecta a todos por igual, pero además tiene otro: el aumento del populismo. Pero este tipo de propuestas no resuelve los problemas, sólo genera unos nuevos: intolerancia, violencia, frustración.
Tú ya no estás dispuesto a afrontar tanto problema y no quieres salir de tu cascarón. Felicidades. Ya no tienes solución.
Fotografías: Pixabay. Retratos: Leroy_Skalstad