Leyes del antes y el después.
Desde luego las palabras de Sancho Panza al dar por concluido su periplo gubernamental en la Insula Barataria no pueden resultar más aleccionadoras: "Sin blanca entré en este gobierno y sin ella salgo, bien al revés de como suelen salir los gobernadores de otras ínsulas". Y en efecto, todo lo contrario que el gobernante de otra ínsula, que fuera el otrora molt honorable Jordi Pujol. Pero tampoco hay que cebarse en este caso exclusivamente cuando desfilan últimamente por las pasarelas de la corrupción los implicados del caso Bárcenas, o Gürtel, o se espera hagan lo propio los de los ERE´s andaluces o cuando un exministro, Jaume Matas, acaba de pasar por prisión y muchos otras "oes" que nos llevan a conformar una exclamación: oooooh.
Pero es que, si me apuran, tampoco se podría aplicar algo similar al ilustre paisano de Sancho Panza, don José Bono, por más que sus ingresos fueran todos legales y su enriquecimiento personal legímitmo o la de su otra paisana Maria Dolores de Cospedal -la de los tres sueldos-. Algo parecido al del expresidente González o al de tantos otros políticos que entran a la política con "una mano alante y otras detrás" y salen con las dos llenas de maletines, legitimos y legales en la mayoría de los casos, pero llenas gracias al fin y al cabo, directa o indirectamente, a la política.
Incluso un político de supuestamente nobles intenciones como Pablo Iglesias ha llegado al parlamento europeo con las manos llenas de bolsas de carrefour y veremos a ver cómo sale: por lo pronto ya ha cedido parte de sus ingresos a "su" productora, en un extraño sentido de la donación. Pongo este ejemplo para observar que el hecho de ocupar puestos de poder es más que suficiente para cobrar buenos sueldos y enriquecerse.
Buscando excepciones, sólo hay también que decir que también hay muchas, una la de Adolfo Suárez, que incluso ha dejado con problemas económicos a sus descendientes, o el de aquel olvidado secretario general del PCE, Gerardo Iglesias, quien vino de la mina y marchó a la mina cuando dejó de ejercer su cargo político. Pero hay más y, sin salir de este último partido, citar a Julio Anguita, quien renunció a paga vitalicia como político para seguir trabajando como profesor. Casos de estos tampoco faltan en todos los partidos y valga citar al propio Rubalcaba, quien deja sus puestos y vuelve "a la tiza" sin aparente enriquecimiento, como muchos otros profesores metidos a políticos, o el propio Rajoy, quien renunció a ganar buenos dineros como registrador de la propiedad para dedicarse al "humilde" trabajo de presidente del gobierno español.
Pese a todo una cosa parece clara y es que no podemos dejar en manos de la conciencia de "superhombres" de la conducta ejemplar la solución a un problema que provoca que se cuelen no pocos "supervillanos" en el sistema, es por ello que habría que recurrir a medidas supuestamente lógicas, como las que he denominado del antes y el después.
¿En que se resume la filosofía de estas medidas? Pues sencillamente en la aplicación del presupuesto quijotesco, en este caso sanchesco, del "sin blanca entro", aunque claro está con matices, pues esto limitaria el ejercicio político a pobres que una vez salieran del ejercicio político fueran condenados a ser pobres de nuevo, un reducido grupo de españoles que asciende sólo a unos 6 millones.
Se trata de poner unos máximos porcentuales en el enriquecimiento patrimonial de los políticos en el ejercicio de la actividad. Algo así como porcentajes en el enriquecimiento patrimonial personal de cada político antes y después de su paso por el noble oficio. Parece lógico que, si un rico se mete a político, no tenga al salir un patrimonio mayor de un determinado porcentaje de su riqueza inicial -por el sencillo aumento de la vida-. Pero si este supera unos límites sencillamente que lo deje a la hacienda española. Si lo que quiere es seguir enriqueciéndose sencillamente que no se dedique a la política y siga los negocios. No pongo cifras como ejemplos ya que si un parado de larga duración entra en política con un patrimonio de 0, saldrá igualmente con lo puesto, sin reconocerle incluso lo que cualquier empleo le brindaría.
Parece también lógica la introducción de un elemento de progresividad en la medida, pues el pobre se enriquecería notablemente, con sólo ganar 1000 euros, ya que antes tenía 0. Aquí es cuestión de cálculos, en los que no voy a entrar; aunque sí recalcando el sentido de la medida.
Se trata de que los políticos no se enriquezcan no ya con el ejercicio de la política, sino incluso durante el desarrollo de la política y creo que el espíritu se entiende suficientemente. Habría que complementarlo, claro está, con una mayor vigilancia y control patrimonial, como se hace en el caso de las declaraciones de los políticos que se piden ya, aunque habría que renovarlas periódicamente. Sencillamente todo lo que superara los límites quedaría para hacienda.
Así todos podrían decir con orgullo que "no como los gobernantes de otras ínsulas" quedando estas ínsulas fuera de nuestro país, pues la medida sería pionera en el ámbito internacional. En fin, ellos tienen la última palabra. ¿Querrán?