Bueno, es hora de hablar de algún otro tema que atañe al mundo y salir un poco de la mirada, siempre mezquina, que supone el análisis político de los países y sus sociedades. Al fin y al cabo, nuestro mundo es más que nuestro país y su evolución, mas que su sociedad. En ese ejercicio de amplitud de miras quiero poner un poco énfasis en problemas globales y en cuestiones naturales.
Bien es cierto que los males del planeta pasan fundamentalmente, y permitanme las guerras, los intereses económicos o las graves enfermedades infecciosas, por una cuestión tan cercana a todos como es la del medioambiente.
En ese sentido es conveniente acercarnos a lugares clave como es la tan manida Amazonía en la cual se está produciendo sistemáticamente un auténtico y continuado crimen contra la humanidad. Por evidente, no voy a entrar en el daño para el ecosistema que supone la pérdida de los árboles y de la cobertura vegetal, especialmente en el lugar donde más abundante es su implantación como es la Cuenca del Amazonas. sobre este particular los datos hablan por sí sólos. Me molesta especialmente que líderes que se presentan como cabecillas de movimientos populistas en defensa de los más débiles, como pueda ocurrir en países como Brasil, Ecuador o Bolivia, en su caso, no hacen absolutamente nada efectivo contra la plaga; eso por no hablar de aquellos otros que sencillamente apuestan por el capitalismo salvaje y por la explotación de la naturaleza como un negocio, a los que no quiero ni mencionar. No cabe duda de que lo peor que le puede pasar a la Amazonía es encontrarse en las manos de los políticos en los que se encuentra y su futuro no es nada halagüeño. Claro, que el hambre de sus nacionales o la necesidad de desarrollar las economías sociales puede justificar este tipo de políticas.
Línea ideal de la muralla verde |
Pero muchos pensamos que, para hambre, en Africa y aquí es donde nos llevamos la sorpresa, como actua un país africano ante la posibilidad de comercializar con recursos naturales. Atendemos el caso de Senegal, donde su visión sobre la economía y la naturaleza está demostrando ir mucho más allá y saben que días de mucho, pueden significar vísperas de nada. Es por ello que han decidido luchar contra la miseria y el hambre de otra forma: simplemente plantando más, dado que la deforestación sólo supondría el avance del desierto y con ello el hambre y la muerte. El inicio de la plantación de la Gran Muralla Verde es, sin duda, una de las noticias que mas me han emocionado de los últimos tiempos. Luchar contra la pobreza con árboles.
Y esta no es esta la última noticia en esta línea que me hace albergar esperanzas y baste mencionar una que se desarrolla en todo el mudno, donde algunos organismos ecologistas y países llevan a cabo una política de deforestación cero. Para colmo, la iniciativa, ya desarrollada con cierto éxito en países como Indonesia o China me parece auténticamente alucinante y no me queda nada que decir que cantar sus alabanzas y aplaudir hasta el dolor de manos la iniciativa.
Para resumir, recomiendo un estudio muy reciente realizado por la Union of Concerned Scientits, en el que se relatan casos de éxito en varios países como en Guyana, Madagascar, Kenia, La India, Mexico, Vietnam, Tanzania y Mozambique, Africa Central o El Salvador, mensajes optimistas sobre algunos ejemplos, -parciales, eso sí- de algunos éxitos; aunque he omitido el caso que se considera como de mayor éxito: el de Brasil.
¿Es suficiente?
Resulta curioso que se habla de Brasil como el de mayor éxito puesto que ha logrado durante años un retroceso de la deforestación. No obstante merced al pacto de la presidenta, Dilma Roussef con el partido ruralista en 2012, se ha cambiado el sistema de protección y ahora la Amazonía se encuentra de nuevo inerme ante la voracidad esquilmadora de los intereses comerciales y agrícolas.
Resulta curioso que se habla de Brasil como el de mayor éxito puesto que ha logrado durante años un retroceso de la deforestación. No obstante merced al pacto de la presidenta, Dilma Roussef con el partido ruralista en 2012, se ha cambiado el sistema de protección y ahora la Amazonía se encuentra de nuevo inerme ante la voracidad esquilmadora de los intereses comerciales y agrícolas.
Para colmo, también hay que conocer, no obstante, que la simple ley de deforestación cero no deja de ser insuficiente y no resulta ninguna panacea, ya que suele esconder la eliminación de árboles autóctonos y la plantación de árboles comerciales, lo que conlleva destrucción de ecosistemas, escondidos en un igual número de árboles. En la práctica se destruye selva y se construyen supercies arboladas destinadas al comercio, lo cual no deja de ser otro atentado. Contra éste tipo de actuaciones es mucho más difícil actuar y la conclusión es si ¿hay que asumir la destrucción de las selvas tropicales? algo que es una realidad de facto. En el mundo del capitalismo global en el que nos encontramos sólo exisistiría una posibilidad de salvación que sería que la pervivencia de ecosistemas resultara un negocio y eso es algo que parece tremendamente complicado.
Las noticias provenientes de los países más desarrollados tampoco son del todo malas en lo relativo a deforestación cero y curiosamente España no sale mal parada, Nuestro país lidera un curiosos ranking sobre cubierta forestal en Europa, aunque es llamativo que los datos corresponden a 2011 y que, desde entonces, poco parece preocupar el problema, pese a lo mucho que nos va en ello, por riesgo de desertificación, y pese, también, a lo mucho que podría enorgullecernos. El caso es que, aunque no lo parezca, nosotros nos encontramos en un lugar parecido al de Senegal, pero al norte, y debemos construir nuestra propia barrera verde contra la desertificación, queramos o no. Eso sí, siempre desde el lamentable reconocimiento que árbol por árbol no deja de ser una política-parche ante la única verdaderamente eficaz, la preservación y el crecimiento natural de los econsistemas.
Por ello, vuelvo a insistir en la situación de la Amazonía donde sus líderes demuestran no tener la más mínima capacidad de control sobre el tema y ni tan siquiera son capaces de cumplir la política de deforestación cero. He hablado de Brasil, Bolivia o Ecuador; pero en otros lugares como Perú, con un gobierno promilitar o Paraguay, con un gobierno procaitalista, la cosa es peor, si cabe y es que para destruir selva lo mismo dan las derechas que las izquierdas, los gobiernos proinidigenistas que los promilitares. ¿Por qué esta situación? Es dificil de explicar, pero tal vez la clave sean además de las grandes industrias, los pequeños agricultores que deforestan para cultivar y que sencillamente tienen hambre. Es decir: la pobreza.
¿Soluciones? Creo que no hay y las que se podrían poner en marcha son irrealizables. Seguramente la única sería la expropiación y puesta en manos de organismos internacionales de este tesoro natural. Claro que ésto es una barbaridad y no lo contempla el derecho internacional. Es cierto; pero quizá porque no se lo cataloga como un crimen contra la humanidad, a algo que, sencillamente, lo es.
Lo siento, pero sólo puedo ser pesimista, y a lo único que puedo aferrarme es a ser consciente y divulgar que la política de deforestación cero puede resultar engañosa y sólo un paño caliente. Sólo si la deforestación cero lleva de la mano conservación puede resultar completamente útil y eso es lo único que podemos intentar. Si no, sólo nos queda iniciar la cuenta atrás hacia la llegada, en el mejor de los casos, de un mundo con muchos árboles, pero sin ecosistemas. Donde las especies queden acotadas en nuevos zoológicos para árboles y animales. Un mundo artificial humano, -verde, eso sí- que escriba su pasado natural en los libros de historia. Al fin y al cabo, eso de los zoológicos siempre fue un negocio, ¿no?
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