La mojiganga es un género teatral de representación callejera que se desarrollaba en toda España, e incluso en América, desde la edad Media y que sufrió, como todas las expresiones teatrales, un proceso de domesticación durante el barroco en el que el teatro dejó calles e iglesias para concentrarse en teatros, viviendo un momento de ocaso y casi desaparición.
Su origen es una mezcla de religión, pues suelen estar relacionados con el culto a algún santo, con elementos profanos, como es la propia danza y espectáculos asociados, que proceden de una religiosidad medieval donde los elementos paralitúrgicos tienen tanta fuerza como los litúrgicos.
Con el Concilio de Trento los elementos paralitúrgicos son marginados por las autoridades eclesiales que centran el culto en la liturgia, quedando su desarrollo limitado a escasos lugares donde se seguirá limitando su uso.
En el proceso surge la mojiganga teatral que busca llevar a un nuevo recinto un nuevo tipo de mojiganga, evolucionando hacia una especie de baile de carnaval.
Muixaranga de Algemesí
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Existen durante el proceso mojigangas teatrales y parateatrales lo que denota la evolución del teatro de calle hacia los recintos cerrados, aunque la lánguida decadencia del género hace que una expresión como ésta tienda a la desaparición. Sin embargo, algunas de estas representaciones sobrevivirán.
La más destacada es probablemente la muixeranga de Algemesí, -o baile de los valencianos- que cuenta con diversos cuadros, de entre los cuales el más conocido es la torre humana que se realiza ante la entrada de la Virgen de la Salud en la basílica de San Jaime, pero esta no es la única.
El Dance de Tauste, entre Zaragoza y Navarra, desarrolla un esquema parecido, en este caso ante la Virgen de Sancho Abarca y en la celebración se celebran todo tipo de danzas populares, como las que se desarrollaban en la edad Media en toda España y que aún persisten en muchos lugares de nuestra geografía. Danzas y mojigangas están indisolublemente unidas y son muchos los tipos que se desarrollan, de palos, de flores, de bandera y ocasionalmente torres humanas. En definitiva, no es sencillo establecer un estándar de celebración ya que los diferentes ejemplos nos llevan a una variada casuística.
En cualquier lugar, creo que el video que adjunta describe muy bien el origen y raíz de este tipo de fiestas e invito a verlo pulsando el click.
En cualquier caso, parece que el reino de Aragón y en particular el de Valencia y los condados catalanes desarrollaron de forma notoria este tipo de fiestas, muchas veces relacionadas con la fiesta del Corpus que venía a ser fiesta grande de la cristiandad hasta el siglo XV y todavía pasado este. En las fiestas del corpus levantinas se podían encontrar no sólo estos bailes cristianos, sino también danzantes moros y judíos que llevaban a cabo unas danzas particulares de las que desafortunadamente no han quedado ejemplos. En definitiva un acervo cultural riquísimo, que tuvo en el reino de Valencia probablemente su mayor exponente.
Pero queda claro que no fue el único lugar y las mojigangas también encontraron importante desarrollo en Cataluña, aun después del proceso de barroquización, pero también influenciados por este.
El barroco supone la transformación de la expresión cultural en espectáculo y un elemento de las mojigangas populares, como es el de los castillos humanos, cobra fuerza en el sur de Tarragona, especialmente en la zona de Valls, donde puede considerarse que nacen los Castells que proceden de la antigua mojiganga. Hasta ahí todo correcto.
Tras vivir una lenta decandencia, agravada en el siglo de las luces por considerarse este tipo de expresiones como indignas de un concepto más alto de cultura, llegamos al siglo XIX con un importante problema de supervivencia para los restos de las antiguas mojigangas, pero hete aquí que al final de siglo surge un inesperado acicate como es el del nacionalismo, en este caso catalán, que en busca de símbolos encuentra en los Castells un elemento adecuado para consolidar una concepción política de la cultura. Los Castells vivirán un auge sin precedentes, pese a quedar completamente desligado de su origen. Con la cultura al servicio de otros intereses, los Castells vivirán en Cataluña un crecimiento espectacular hasta ser considerados un símbolo "nacional". Casi el peor nacionalismo llega a nuestro país.
Y digo "casi" porque todavía podremos ver como surgen otros nacionalismos que vendrán a demostrar una vez más la más absoluta ignorancia y que trascenderán el siglo XX. Pero no sólo nacionalismo, sino ejemplos del absurdo en el que pueden llegar a convertirse unas fiestas. Con absoluta tristeza, podemos encontrar esta noticia en las que unos nacionalistas, en este caso españolistas, pretenden interrumpir el desarrollo de una actividad cultural, como es un remedo de mojiganga.
Claro que el absurdo es todavía más completo e intento describirlo, ya que se ha extraído una pieza cultural, como es el Castell de un conjunto medieval. Se lleva a cabo, véase la fecha, con motivo de una fiesta de "Reinas Magas" y para colofón llegan unos fachas a cantar el "Cara el Sol"...
ME QUIERO BAJAR.
Por favor señores nacionalistas de todo tipo, señores populistas postmodernos, señores y, por supuesto señoras, que no entienden la cultura, aunque crean que la ejercen. Váyanse todos ustedes a fer la má, o, si pueden, más lejos.