miércoles, 10 de octubre de 2018

La mojiganga y el más absoluto absurdo del nacionalismo.



La mojiganga es un género teatral de representación callejera que se desarrollaba en toda España, e incluso en América, desde la edad Media y que sufrió, como todas las expresiones teatrales, un proceso de domesticación durante el barroco en el que el teatro dejó calles e iglesias para concentrarse en teatros, viviendo un momento de ocaso y casi desaparición.
Su origen es una mezcla de religión, pues suelen estar relacionados con el culto a algún santo, con elementos profanos, como es la propia danza y espectáculos asociados, que proceden de una religiosidad medieval donde los elementos paralitúrgicos tienen tanta fuerza como los litúrgicos.
Con el Concilio de Trento los elementos paralitúrgicos son marginados por las autoridades eclesiales que centran el culto en la liturgia, quedando su desarrollo limitado a escasos lugares donde se seguirá limitando su uso.
En el proceso surge la mojiganga teatral que busca llevar a un nuevo recinto un nuevo tipo de mojiganga, evolucionando hacia una especie de baile de carnaval.


Muixaranga de Algemesí
www.riberaexpress.es/
Existen durante el proceso mojigangas teatrales y parateatrales lo que denota la evolución del teatro de calle hacia los recintos cerrados, aunque la lánguida decadencia del género hace que una expresión como ésta tienda a la desaparición. Sin embargo, algunas de estas representaciones sobrevivirán.
La más destacada es probablemente la muixeranga de Algemesí, -o baile de los valencianos- que cuenta con diversos cuadros, de entre los cuales el más conocido es la torre humana que se realiza ante la entrada de la Virgen de la Salud en la basílica de San Jaime, pero esta no es la única.
El Dance de Tauste, entre Zaragoza y Navarra, desarrolla un esquema parecido, en este caso ante la Virgen de Sancho Abarca y en la celebración se celebran todo tipo de danzas populares, como las que se desarrollaban en la edad Media en toda España y que aún persisten en muchos lugares de nuestra geografía. Danzas y mojigangas están indisolublemente unidas y son muchos los tipos que se desarrollan, de palos, de flores, de bandera y ocasionalmente torres humanas. En definitiva, no es sencillo establecer un estándar de celebración ya que los diferentes ejemplos nos llevan a una variada casuística.
Otro ejemplo es el de Sitges en Barcelona, que nos muestra como en Cataluña este tipo de expresiones se extiende desde momentos muy tempranos, aunque en línea con las vistas anteriormente.
En cualquier lugar, creo que el video que adjunta describe muy bien el origen y raíz de este tipo de fiestas e invito a verlo pulsando el click.








En cualquier caso, parece que el reino de Aragón y en particular el de Valencia y los condados catalanes desarrollaron de forma notoria este tipo de fiestas, muchas veces relacionadas con la fiesta del Corpus que venía a ser fiesta grande de la cristiandad hasta el siglo XV y todavía pasado este. En las fiestas del corpus levantinas se podían encontrar no sólo estos bailes cristianos, sino también danzantes moros y judíos que llevaban a cabo unas danzas particulares de las que desafortunadamente no han quedado ejemplos. En definitiva un acervo cultural riquísimo, que tuvo en el reino de Valencia probablemente su mayor exponente.
Pero queda claro que no fue el único lugar y las mojigangas también encontraron importante desarrollo en Cataluña, aun después del proceso de barroquización, pero también influenciados por este.
El barroco supone la transformación de la expresión cultural en espectáculo y un elemento de las mojigangas populares, como es el de los castillos humanos, cobra fuerza en el sur de Tarragona, especialmente en la zona de Valls, donde puede considerarse que nacen los Castells que proceden de la antigua mojiganga. Hasta ahí todo correcto.
Tras vivir una lenta decandencia, agravada en el siglo de las luces por considerarse este tipo de expresiones como indignas de un concepto más alto de cultura, llegamos al siglo XIX con un importante problema de supervivencia para los restos de las antiguas mojigangas, pero hete aquí que al final de siglo surge un inesperado acicate como es el del nacionalismo, en este caso catalán, que en busca de símbolos encuentra en los Castells un elemento adecuado para consolidar una concepción política de la cultura. Los Castells vivirán un auge sin precedentes, pese a quedar completamente desligado de su origen. Con la cultura al servicio de otros intereses, los Castells vivirán en Cataluña un crecimiento espectacular hasta ser considerados un símbolo "nacional". Casi el peor nacionalismo llega a nuestro país.
Y digo "casi" porque todavía podremos ver como surgen otros nacionalismos que vendrán a demostrar una vez más la más absoluta ignorancia y que trascenderán el siglo XX. Pero no sólo nacionalismo, sino ejemplos del absurdo en el que pueden llegar a convertirse unas fiestas. Con absoluta tristeza, podemos encontrar esta noticia en las que unos nacionalistas, en este caso españolistas, pretenden interrumpir el desarrollo de una actividad cultural, como es un remedo de mojiganga.


Claro que el absurdo es todavía más completo e intento describirlo, ya que se ha extraído una pieza cultural, como es el Castell de un conjunto medieval. Se lleva a cabo, véase la fecha, con motivo de una fiesta de "Reinas Magas" y para colofón llegan unos fachas a cantar el "Cara el Sol"...

ME QUIERO BAJAR. 

Por favor señores nacionalistas de todo tipo, señores populistas postmodernos, señores y, por supuesto señoras, que no entienden la cultura, aunque crean que la ejercen. Váyanse todos ustedes a fer la má, o, si pueden, más lejos.

lunes, 8 de octubre de 2018

Hyperloop España. La historia no siempre se repite.


Recientemente he visto la noticia en los medios de la aparición de un proyecto español de tren de altísima velocidad, en base a un nuevo sistema de túneles de vacío -que para entendernos todos, es como las cápsulas de billetes que se envían en los supermercasos, pero a lo bestia-. 
Foto: Presentación de la primera cápsula para pasajeros de Hyperloop en Cádiz. (Reuters)
Cápsula hiperloop







https://www.elconfidencial.com/empresas/2018-10-02/capsula-pasajeros-hyperloop-tren-supersonico-espana_1624358/





Pero no voy a entrar en la innovación tecnológica, en las posibilidades reales de llevarlo a cabo o en la capacidad de revolucionar el transporte que pueda tener, que de todo eso hay. Sin embargo, sí que quisiera hablar de alguna implicación histórica.
El lugar donde se ubica la investigación sobre este tipo de innovación es, curiosamente, el Puerto de Santa María y digo "curiosamente" porque inmediatamente se me ha venido a la cabeza una anécdota histórica también sobre trenes.
Mucha gente no lo sabrá, pero da la casualidad de que el primer proyecto de tren existente en España, mucho antes que el de La Habana y que el famoso Barcelona-Mataró, fue entre Jerez-Puerto de Santa María que se proyectó en la increíble fecha de 1829. Basta con ver que el primero en funcionar lo hizo en Inglaterra en 1825 para darse cuenta de lo avanzado en el tiempo del proyecto, que finalmente no se ejecutó por falta de inversiones, coincidiendo con la crisis de la industrialización andaluza.

Ahí va un enlace donde se habla de ello.
http://www.gentedelpuerto.com/2010/03/05/576-el-segundo-tren-de-espana-el-puerto-jerez-en-1854/

El hecho de que el primer liberalismo tuviera como referencia Cádiz no es un asunto anecdótico y es que en aquellos momentos constituía una auténtica avanzadilla no sólo de constitucionalismo, sino también de economía, como vemos, algo que se frustró a lo largo del siglo para acabar convirtiendo a Andalucía en una de las regiones más retrasadas de España.

El fracaso de la industrialización andaluza.
Sin embargo, ese tren no llegó a echar humo nunca y supuso una muestra de lo que fue, en ese primer liberalismo, el fracaso de la industrialización en Andalucía. Un fracaso que, si lo analizamos, es mucho más que regional, como se puede deducir de la evolución de la historia española posterior.
Tras ese fracaso, se produjo en España uno de los procesos más lesivos para su historia como fue el desvío de capitales, que pudieron haber ido a la innovación -trenes, maquinaria, productos industriales...- hacia la compra masiva de tierras en el sur dibujando el sistema de latifundios y caciquismo que todos conocemos y que tanto ha lastrado el progreso de nuestro país. Un fracaso que no puede quedar sólo en Andalucía, sino que fue clave en toda España.
De haber existido una industrialización andaluza, incluso se hubiera podido producir un fenómeno de mayor equilibrio económico nacional entre el norte industrial y el devenido sur agrícola, beneficiando a todo el país y evitando los desequilibrios económicos que tanto daño han hecho y hacen a nuestro país, pero no fue así.
El caciquismo se hizo con los resortes del país y supuso una fuente de retraso, de guerras civiles, de disputas y de diversos odios ancestrales que aún hoy se arrastran. 
Y ahora, casi 200 años después, en el mismo sitio, aparece este proyecto, ejemplo de innovación y de progreso, como fuera aquel ferrocarril frustrado entre Jerez y El Puerto.

No cabe duda de que las similitudes son tremendas, pero tampoco de que esta vez no se puede repetir la historia. Vale que lo del tren no deja de ser un emblema, un icono de la revolución industrial, y que esta nueva iniciativa puede quedar en anecdótica, si no existe un tejido amplio. Sin embargo, creo que se dibuja una idea, la del equilibrio en España de su economía, de su sociedad e, incluso, de su historia y aquí viene mi pregunta: ¿Significará este nuevo tren que podamos reengacharnos a todo aquello que se perdió en la historia? Esperemos que así sea y que, por fin, vayamos curando algunas de las heridas del pasado.