Claves para la comprensión del hallazgo.
Ha llamado mucho la atención el revuelo causado en las últimas semanas en relación a la aparición de los restos de Miguel de Cervantes en el convento de las trinitarias de Madrid y han sido muchas las claves que se han barajado para analizar el hallazgo.
Tambien supuesto, el retrato de Miguel de Cervantes |
De hecho hoy mismo he podido leer un par de artículos sobre las diferentes posibilidades, claves, preguntas y respuestas relacionadas con la incertidumbre creada sobre la veracidad de los restos. Un debate que encontramos en medios nacionales como El País, o en Antena 3, donde se exponen algunos de los argumentos a favor y en contra sobre el hallazgo. Sin embargo en ningún caso he visto expuesto un análisis que creo que resulta clave para entender el hallazgo y que incluso creo que algún historiador no lo ha tenido en cuenta y, claro, menos el gran público. Es la respuesta a la pregunta siguiente: ¿cómo se enterraba en el siglo XVII?
Los enterramientos desde la Edad Media a la Moderna.
Para comprender el suceso debemos advertir que el sentido de cementerio tal y como lo entendemos ahora, con un espacio dedicado a un único enterramiento, es muy actual y corresponde al siglo XIX. En nuestro periodo histórico -edad contemporánea- un nicho corresponde a un individuo y la lápida exterior advierte claramente de quien es el personaje enterrado allí. Sin embargo, anteriormente las cosas eran muy diferentes.
Habría que remontarse al siglo XVI para comprender el origen de los cambios.
Previamente a este siglo, en la edad Media, el enterramiento tenía un sentido muy diferente y era habitual que los restos humanos se enterraran en espacios públicos, como eran las dehesas comunitarias. Un terreno que servía a las comunidades para un sinfin de objetivos, desde alimentar al ganado, hasta aprovisionar de leña los hogares, pasando por terreno para el entierro. Los enterramientos en espacios puramente religiosos eran una excepción reservada a sacerdotes, religiosos y personas relevantes, quedando para el vulgo el sentido de entierro comunitario casi "en medio del campo". Esto no es literalmente así ya que las dehesas tenían un sentido mágico comunitario que le daba un sentido diferente, aunque, para entendernos, valga la expresión.
La cosa sin embargo iría cambiando con la aparición de un sentimiento religioso más profundo que se desarrolla en el siglo XVI relacionado con los movimientos culturales conocidos como reforma y contrarreforma, en los que se produce un importante cambio social y en el que empieza a haber una mayor demanda de enterramientos en sagrado, esto es en iglesias y ermitas.
A excepción de los más poderosos o religiosos, cuyos nichos son exclusivos e incluso aparece un sentido del panteón, que para los pobres no existe, no se identifica un espacio a un cuerpo y todos suelen acabar en espacios comunes.
Claro que para enterrar a los finados en sagrado hay dos soluciones, o hacerlo en los terrenos aledaños en fosas comunes o bien idear nuevos sistemas de enterramiento en los propios edificios religiosos.
Así, lo más habitual es que en las iglesias se empiecen a construir criptas en las que se implanta un ingenioso sistema.
Se trata de unos nichos que se ubican en la pared de las criptas, que van a dar en su parte de atrás a una gran fosa común. Los nichos ejercen únicamente la labor de pudridero y una vez que han pasado unos años lo que se hacía era empujar los restos existentes hacia la fosa, para instalar en el nicho un nuevo cuerpo. Con los años, se repite la operación y los nichos vuelven a ser ocupados con nuevos cuerpos mientras que en el fondo se van acumulando los restos de sucesivos enterramientos.
Como decía, habrá que esperar al siglo XIX para llegar al nicho como espacio definitivo y al sentido del nicho por persona, algo que sólo correspondería a la edad Contemporánea.
¿Son los restos de Cervantes?
¿Está ahí vuesa merced? |
Por lo que he podido leer por prensa y con las pruebas existentes creo que es casi seguro que allí se encuentren los restos de Miguel de Cervantes, ahora bien, mezclados con un número indeterminado de otros cuerpos que fueron enterrados en la misma cripta. La pregunta que me surge es ¿cuantos cuerpos pudieron compartir cripta con los de Miguel de Cervantes?
La respuesta es tremendamente complicada, dado que las posteriores reformas del convento y la sucesión de enterramientos han podido crear un totum revolutum de huesos de los sucesivos cuerpos que han sido enterrados en el convento. En el mejor de los casos, se habla de 16, que podrían corresponder a una cripta que estaría operativa desde 1612 hasta 1630. De ellos sólo 10 serían de adultos. Si a ello les quitamos dos correspondientes, seguro, a mujeres, nos quedarían 8, según el artículo enlazado.
Es decir que, ante la imposibilidad de realizar estudios de ADN, tendríamos una limitación máxima de los restos de un cuerpo entre ocho. Eso si, repito, no se han mezclado los cuerpos de esa cripta con los de otras criptas o estancias mortuorioas, como producto de sucesivas obras. Ese es precisamente el margen de duda que manejan los investigadores y que desde la metodología científica me parece bastante razonable exponer las cautelas.
¿Cómo interpretarlo? ¿Han encontrado los restos de Cervantes?
Claro la respuesta es que sí, pero nunca podrán mostrar lo que nuestro moderno sentido del enterramiento busca encontrar: un esqueleto correspondiente a Don Miguel de Cervantes. Pero que está ahí lo considero un hecho probado. El resto es un error de comunicación.
Los políticos inmediatamente han optado por publicar a los cuatro vientos que se han encontrado los restos de Miguel de Cervantes.
Sí, pero no, porque la verdad es que entre un número indeterminado de restos humanos hay una alta probabilidad de que se hallen los de Miguel de Cervantes. No digo completa seguridad, puesto que ¿quien sabe si en algún momento de las obras de remodelación del convento no han tirado la mitad a un vertedero?, por poner una objeción.
Ese mínimo porcentaje de duda estará presente hasta que no se hagan unas pruebas de ADN, dudas que se acrecientan al no presentar un único esqueleto completo sobre el que dudar, sino restos mezclados. Acostumbrados a la moderna terminología forense y criminal que nos llega de las series de televisión, diríamos que en efecto no hay un "Corpus delicti" definido.
A este respecto y por lo que a mi respecta considero que los restos están ahí, ahora bien y como dicen en mi tierra, manchega por cierto, "Vete y busca"
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