lunes, 30 de mayo de 2016

Psicoterapia atlética

Después de haber visto, y sufrido, la final de la champions los atléticos estamos un poco -o bastante, según el caso- de capa caída. Se dan circunstancias especiales tales como que encima el vecino se la ha llevado y suma no se cuantísimas más que todos los demás, lo que podría hacernos aumentar, si cabe, la decepción.
Podríamos recurrir a los atenuantes de siempre: el árbitro, que da como legal un gol en fuera de juego y no expulsa a un jugador suyo por una entrada criminal; nuestro portero, que si se hubiera tirado por el otro lado habría parado cinco penalties; la mala suerte, etc, etc, pero no estamos aquí para andarnos con paños calientes. Sobre todo si es fácil encontrar valoraciones positivas.
Son excusas de perdedor y rápidamente pueden ser ratificadas.
Primero, el árbitro nos pitó un penalty cuando menos riguroso y hay que reconocer que no estuvo mal del todo. Segundo, Oblak mantuvo hasta el final las esperanzas de ganar y no se le puede achacar nada, como tampoco a Griezmann que falló el penalti y que ha sido decisivo siempre. Tercero, lo de la mala suerte... pero, bueno eso va en el escudo.
Para afrontar este lunes de pasión sólo es necesario una cosa: analizar casos parecidos y no se me ocurre otro mejor que el de la selección holandesa.


La naranja mecánica.
Todos conocemos el caso de uno de los mejores equipos de Europa a nivel de selecciones, Holanda. Cuna de grandes jugadores e incluso vista como un país que prácticamente ha reinventado el fútbol. Pues bien, Holanda carece de títulos.
El Atlético ha demostrado infinidad de valores, lucha, sufrimiento, entrega, fidelidad... Ha sido capaz de luchar contra los grandes de Europa y, muchas veces, ganarles. Se nos reconoce en Europa y se nos admira. Somos un eterno David enfrentándose a Goliath.
Volviendo a la comparativa nuestro particular ogro u ogros, porque cada día hay más, podría ser perfectamente Alemania, que atesora el palmarés más brillante de Europa, pero nosotros somos Holanda.
Y en su caso la cosa es más problemática ya que los holandeses no pueden elegir a su equipo nosotros sí. Pero os invito a la reflexión, ¿a quién le gustaría ser como Alemania?
Arrogantes, mediocres en otros valores que no sean los puramente contables, aburridos, sin espíritu. ¿Qué más pueden ofrecer?
No cabe duda que ir con Alemania es fácil, puede hasta ser una tendencia para hacer disimular nuestras limitaciones y sumarnos como borregos al carro del vencedor. En cambio ser de Holanda demuestra un valor superior a lo simple de plegarnos al poder. La admiración por las cosas sencillas.
En mi caso lo tengo claro, no me gustaría a nivel futbolístico ser como Alemania, me gusta más darle un poco de color al blanco de su camiseta y el naranja es bonito.
La vida es mucho más que ganar y todos lo sabemos. Por esas razones siempre resulta y resultará aconsejable traspasar los límites de lo cuantificable y acudir a las razones del espíritu. Estas nos llevan a ser del Atlético, también hoy lunes. Por eso sólo me queda decir una cosa, que alegres son tus colores y hoy más que nunca.
Forza Atleti.   

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