jueves, 19 de junio de 2014

Solución: votar.

Cada vez está más claro que los ciudadanos reclaman mayores cotas de participación democrática. ¿Por qué? Pues seguramente porque nuestros queridos políticos, depositarios de la soberanía, han hecho de su capa un sayo y de nuestra soberanía su lucro, en lo que ha sido la principal causa de la crisis en la que nos encontramos. El mal es de fondo y parece que ya poco satisface que Urdangarín, Bárcenas, los implicados de los Eres andaluces u Oriol Pujol -por citar variados- vayan a la cárcel, por lo que la ciudadania tiende a exigir mayores cuotas de control e incluso refundaciones -territoriales, de modelo de gobierno, de partidos, etc, etc-.
Claro que el descontento general ha dado lugar a nuevos fenómenos, unos remedios cuya evolución todavía no hemos comprobado del todo, aunque pudieran ser incluso peores que la enfermedad. El populismo catalanista o el republicanismo mal entendido crecen de forma exacerbada, provocando una visión dual muy complicada en la España actual siendo cada vez más los que se apuntan a aquellas propuestas que generan ilusión de regeneración: un nuevo estado del que partir de cero o un nuevo sistema de gobierno que permita comenzar sin trabas, aunque eso esconde una o, mejor dicho, varias trampas.

Referendum con trampa y cartón
En efecto la propuesta catalana de votar carece en absoluto de cualquier tipo de voluntad de partir de cero, ya que trasciende de ella el fin teleológico preconcebido de la Independencia hasta el punto de prostituir la democracia, ya que se relaciona el medio de votar con un fin como es la independencia. Una estrategia que está triunfando sobre la base del engaño ya que los catalanes y muchos otros españoles, intuyendo el medio democrático, no aciertan a ver que el fin ya está escrito en esas consultas. Algo así como el referendum de pandereta que llevaron a cabo los rusos en Crimea: una utilización de la democracia propia de regímenes que han salido del mundo exsoviético y que no han abandonado hábitos totalitarios.
Parecida estrategia han adoptado grupos de izquierda en todo el país, que han identificado el derecho a opinar sobre el modelo de estado con la dualidad monarquía-república, estando la propuesta final ya escrita: una república de tipo frentepopulista como la que se dejó al final de la guerra civil.
Como historiador no entiendo las burdas manipulaciones que suponen ambos casos, pues en el caso catalán se nos ha vendido una oposición entre España y Cataluña que nunca ha existido históricamente, lo mismo que un sentido de República que es puramente marginal y circunstancial, quedando asociado a la fase final de la guerra del 36.
Para observar esta manipulación no me voy a extender ni voy a ir a buscar documentos extraños, escondidos o hechos ocultos, sino sencillamente alguno de los himnos característicos relacionados con ambos movimientos.
El estribillo del himno de la república o de Riego dice así:

"Soldados la patria nos llamada a la lid, juremos por ella vencer o morir"

Desde luego un sentido del patriotismo que no cuadra en la actualidad con la visión que ofrecen algunos republicanos, ni que cuadraba en algunos sectores de la segunda república, que popularizaron un contra-himno, más conocido, pero que no era oficial y que se resumía en el: 

"Si los curas y monjes supieran la paliza que les van a dar subirían al coro gritando, libertat, libertad, libertad"

Pero ese himno nunca fue el de la República. El bueno, el de Riego hace un llamamiento al patriotismo y define a los patriotas como "los hijos del Cid" y termina diciendo "el ingenio invoca de nuestra nación"
¡Curioso! Continuas alusiones al patriotismo y al nacionalismo español. 


Del mismo modo, otro ejemplo, el himno de Els segadors, el cual proviene de una adaptación de unas coplas que circularon por Cataluña en 1640 y que decían en su origen.

"Cataluña Contat gran, qui t´ha visto rica i plena. Ara el rei nostre senyor, declarada ens té la guerra..."

A mi particularmente me sorprende lo de "nuestro señor", aunque luego más adelante se refiere a "nostre rei". En la adaptación popularizada en el siglo XX y actual versión de els segadors por supuesto ha desaparecido cualquier alusión a nuestro rey o nuestro señor, no vaya alguien a creer que en la guerra de Cataluña, no sólo no se discutía la soberanía del rey sobre Cataluña, sino que incluso se afirmaba, pese a la situación de conflicto bélico del momento y adjunto la letra. 


En fin, evoluciones y tergiversaciones que conllevan una evidente tomadura de pelo y manipulación.
Claro que ¿cuál es la actitud del parlamento español ante todo esto?
Ignorar y como mucho negar unas reivindicaciones que existen, dejando patente que nos encontramos en una situación en la que o bien nos ignora el poder o bien nos engañan los oportunistas. Algo que lleva a la mayoría de los ciudadanos a una situación intermedia en la que, dependiendo del contexto en el que nos encontremos o de nuestra capacidad de pensar, o nos lleva a sentirnos dolidos por la manipulación y apoyar la negación o a sentirnos dolidos por la ignorancia y apoyar la reivindicación de decidir con todas las trampas que proponen los populistas, pero ¿hay otras salidas?. Yo creo que sí.

Soy partidario de votar, pero no de votar interesadas preguntas-trampa, sino votar cuestiones esenciales que devuelvan la soberanía a su legítimo propietario, el pueblo. Al fin y al cabo ésto sólo se puede solucionar reforzando la soberanía nacional a la vez que cumpliendo la constitución, pero ¿es ésto posible?
Se nos vende que Constitución y derecho a decidir son cosas incompatibles. En esto coinciden los manipuladores y los negadores, que curiosamente están de acuerdo en algo, pero no creo que sea así.

En el caso de modelo de Estado nuestra constitución afirma que somos una monarquía constitucional, por lo que una pregunta sobre la República sería, si no ilegal por anticonstitucional, sí al menos alegal. Claro que una pregunta del tipo ¿Aprobaría usted la continuidad de la dinastía actual en la figura de Felipe VI con la posibilidad de que sucesión por vía femenina a través de su heredera Leonor? Y es que creo que estos pequeños matices proponen el máximo respeto a la Constitución a la vez que se plantean algunos de sus principios esenciales.
Se solventarían con ella todos los anhelos y cuestiones técnicas propias de la sucesión, con los cambios constitucionales que hay que hacer, sobre todo con la incorporación de la línea femenina en la sucesión. De paso los republicanos podrían votar que no, lo que llevaría implícito su apuesta por la República. Una república sin prejuicios y conceptos previos y no como la que nos presentan en su referendum-trampa.

En el caso catalán la cosa es algo más complicada ya que afecta directamente a la soberanía nacional, precepto esencial de la constitución. Esto no quita para que no haya una solución. En este caso habría que hacer una pregunta genérica a todo el pueblo español. Algo así como ¿estaría usted dispuesto a ceder la soberanía nacional a los pueblos para cuestiones territoriales?. En el caso de que saliera que sí, ya habría que preguntar directamente a los catalanes ¿quiere usted la independencia?. Sin rollos ridículos, manipulaciones ni prejuicios como los de la pregunta que se ha planteado en el Parlament, con el Si-si emperatriz y las urnas de cartoné que quieren poner quien sabe si en las puertas de las iglesias.  

Está claro que se trata de propuestas realizadas desde el desconocimiento del derecho constitucional y que llevan no pocas dificultades técnicas; aunque es sólo una sugerencia. Ya las perfilarían los expertos. En cualquier caso creo que amas se dirigen a reforzar el reconocimiento al pueblo como depositario de la soberanía, algo más importante que su resultado.
Y tengo dudas sobre el resultado de ambas cuestiones, aunque creo que la única victoriosa sería la democracia.
Eso no quita para que sigan desfilando por la cárcel los políticos corruptos, claro, aunque tampoco estaría de más que se articularan leyes o generaran conciencias para limitar el populismo. Jesús Gil, Artur Más o Pablo Iglesias lo hubieran tenido bastante complicado en su labor política. 

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