Por suerte a la frase no ha habido que añadirle la coletilla anterior ¡el rey ha muerto! y podrá ayudar incluso a su hijo en su nueva y complicada misión. Eso, si es que seguimos siendo una monarquía constitucional, que hay muchas dudas. Personalmente no soy monárquico -en teoría-, pero tengo que reconocer que la situación política del país no invita a aventuras de tipo republicanas, aunque feo esté decirlo, dado que se confunde un sistema político con una opción determinada y eso es cuando menos excluyente.
Si me tienen que dejar elegir entre cualquiera de los políticos que pudieran presentarse a una hipotética presidencia de la República y el príncipe Felipe, tengo que decir que hoy por hoy prefiero al príncipe y eso que todavía no conozco las virtudes del hipotético candidato a la presidencia de la República.
Claro que también entiendo que debería tener el respaldo social suficiente que lo legitimara y que el propio príncipe debería dar el paso de convocar un referendum. Sería un grave error no hacerlo. Un referendum no sólo es conveniente sino que casi es necesario en la situación actual en las que la crítica a los privilegios está a la orden del día. Sin duda constituiría un primer acto de valentía por parte del nuevo monarca, al cual , por cierto, hemos pagado durante toda su vida para ésto.
Entiendo que una familia no puede tener el patrimonio de una institución, puesto que supone un privilegio inconcebible en estos tiempos y entiendo que parece una institución poco democrática, ahora bien dadas las circunstancias y puesto que confío menos en los políticos que en el príncipe adelanto mi voto, SI a Felipe VI y, sientiéndolo mucho, tengo que decir que ¡Viva el Rey!, pero eso sí que se vote y de paso que se "bote" a su yerno, que lleva demasiado tiempo estorbando.
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