No fue hace mucho. Sería en 1993 cuando las calles clamaban contra la participación española en la guerra de Irak. Se calculaba que aproximadamente un 90% de los ciudadanos de España estaban en contra de una guerra y el índice de popularidad de José María Aznar en el poder caía en picado.
El P.P. se aferraba a su mayoría para llevar a cabo una política de apoyo a la guerra en función de los beneficios que suponía estar del lado de Estados Unidos en su campaña militar, algo que ofrecía apoyos tácticos internacionales, pero gran impopularidad en España. Muchos nos preguntábamos entonces con tremenda perplejidad ¿Cómo puede ponerse un gobierno en contra de la opinión del ¡90%! de los gobernados? la respuesta estaba clara: Todo por el pueblo, pero sin el pueblo.
Una manifestación de 2003. ¡Y parece que se han inventado hoy! Incluso se habla de la mayor manifestación de la historia http://www.elperiodico.com/es/no-a-la-guerra/ |
El resultado final de tanta tensión se distorsionó no obstante, dado que que los resultados de las elecciones posteriores depararon un elemento inesperado como fue el atentado del 11-M que desvirtuó la votación, pero quedan no pocas dudas y la pregunta que nos hacemos es ¿qué habría pasado si no llega a haber atentado? ¿Es posible que el resultado de las elecciones hubiera sido el mismo? o, más incisivamente, ¿puede que el resultado final fuera producto de cuestiones como ignorar al pueblo y no tanto como consecuencia de un atentado?
Por mucho que la situación actual sea diferente a aquella y no haya guerra de por medio, por más que no hay atentado -y esperemos que no lo haya- y por más que la nueva situación de aparición de nuevos fenómenos políticos y sociales hayan provocado un contexto social muy diferente, es inevitable hacerse una pregunta ¿hay algún paralelismo entre aquella situación y la que vivimos hoy en día?.
Aznar no escuchó la voz de la ciudadanía, lo mismo que hoy en día Rajoy hace lo propio. Tanto entonces como hoy la gente pide mayores cotas de participación y que su voz se oiga y además se pide directamente a través del derecho a decidir, cosa que por otro lado interpreto más como un derecho a participar que propiamente a decidir.
El pueblo quiere que se le tenga en cuenta. Hay muchos que no están a favor de grandes cambios como la secesión de territorios o el cambio de modelo de estado, pero que si que consideran necesario que haya consultas, puesto que no consideran que democracia sea igual a la firma de un cheque en blanco para que los políticos hagan de lo que deseen yendo incluso en contra de la opinión de la mayoría aplastante de la ciudadanía, pero eso es algo que en el P.P. parece no interesar.
Pero hay más diferencias entre 2003 y hoy dado que la gente va delimitando su papel y hoy, al margen de pedir una república o la secesión de algunos territorios, lo que la gente busca es ser escuchada, que se le tenga en cuenta, y es que en realidad en aquellos turbios momentos lo que se pedía era ser escuchado y no tanto la salida de una guerra.
En España, como supongo que en otros países del mundo, las reivindicaciones puntuales pueden tener un sentido preciso, pero el mar de fondo de todo ello es un mayor ejercicio de democracia y participación. Al fin y al cabo considero que la sociedad española clama por una democracia más cercana a la madurez, lo cual es cada día más evidente.
Claro que en la superficie de ese mar de fondo lo que encontramos son posturas radicales, tales como la secesión o una especie de vuelta al final de la guerra civil para ver si es posible en una segunda oportunidad derrotar al fascismo. Pero creo que no nos podemos engañar puesto que la España de 2014 no es la de 1939 y la última posibilidad de derrotar a Franco naufragó en tierras del Ebro. Claro que para locura de interpretación de la historia y, por mucho que se empeñen algunos, tampoco es la de 1714 y mucho menos en los términos que se plantean totalmente paranoicos. Un mar de superficie en el que estas interpretaciones sólo son una espuma por cierto bastante mugrienta y trasnochada.
Pero, al margen de interpretaciones delirantes, parece claro que cada vez es más la gente que considera necesaria una mayor participación de la ciudadanía en asuntos esenciales. Gente incluso sensata que vive en su momento y que apuesta por una democracia más participativa. Hablaría del caso catalán o vasco, pero considero más ilustrativo el relativo a toda la nación que supone el debate sobre la monarquía donde los datos son evidentes. En una encuesta publicada en el país el 7 de Junio de 2014 más del 60% de los españoles considera que es un momento para testar a la ciudadanía.
Procede esta encuesta del diario el País, aunque hay más y todas ellas hablan de más de un 50% de apoyo a la consulta.
Esto no quiere decir en ninguno de los casos que se apueste por una República dado que el índice de apoyo a un sistema republicano es mucho menor y es una minoría la que se plantea un cambio de régimen, pero subyace la idea de la necesidad de mayores cotas de democracia.
Ya me he pronunciado a favor de la medida de mayor relación con el pueblo como necesaria y creo que el gobierno español se está equivocando radicalmente al no considerarlo como una necesidad. La visión deformadora de la historia de los sectores radicales de la sociedad española está tremendamente equivocada y no vivimos en 1714, como tampoco en 1936, pero entonces le pregunto al P.P ¿vivimos acaso en el siglo XVIII cuando se desarrolló el fenómeno conocido como el Despotismo ilustrado? o un poco más cercano en el tiempo ¿Vivimos en 2003 cuando Aznar se opuso a ni más ni menos que un 90% de la población española?
Ante estas preguntas sólo se me viene a la cabeza ¡ah, horror! una canción de Julio Iglesias.
No aconsejo a nadie que termine de escuchar la cantinela de Pablo Iglesias, -esto perdón, Julio- sólo que se queden con el título de la canción. A algunos hasta les iría bien a nivel electoral.
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