Se apagó. El fuego olímpico ha partido de Río y Tokio ya espera para celebrar los suyos en 2020. Ahora es tiempo para que cada delegación haga balance de lo logrado por sus deportistas y que en España hagamos lo propio. Han sido 17 medallas, las mismas que en Londres, pero compensadas por un mayor número de oros y numerosos diplomas, lo que da pie a análisis para todos los gustos. Éxito, fracaso, ni frío ni calor, España nos roba...; aunque con tendencia a hacer un balance positivo de igual cantidad, pero mayor calidad.
Habiéndolos seguido intensamente, creo que no se puede reprochar la actitud de los deportistas y incluso conviene resaltar algunos efectos positivos. El liderazgo ha funcionado, Nadal, Belmonte, Kraviotto, Gasol, Marín y muchos otros se encontrarían entre estos líderes. Otra cosa sería la tropa: bien el baloncesto o el piragüismo, mal algunos, en otros casos sencillamente no hay tropa, pero creo, insisto, que el papel ha sido relativamente digno en función del país que tenemos.
Muchos analistas dirán que estar más arriba significaría estar junto a países más ricos y poblados que el nuestro, Italia o Francia, y que sencillamente ocupamos el lugar que nos toca, pero creo que es aquí dónde podemos entender la palabra fracaso, sobre todo si realizamos un análisis profundo de la historia reciente del deporte y de las posibilidades que ofrece un país.
Me iré a Barcelona 92, hace más de 20 años. España ocupó el sexto lugar en el medallero, sólo por detrás de la extinta URSS -o lo que era entonces a través del equipo unificado-, EE.UU, Alemania, China y Cuba. Eran los estertores de la visión deportiva del comunismo con hasta tres países por delante; cuatro, si incluimos a media RDA que se acababa de unir a Alemania del oeste en un sólo país, que quedó tercero en el medallero. Por entonces los países más poblados como Italia, Francia, Reino Unido o Japón ni siquiera se aproximaron a lo logrado por España. Sin duda el efecto sede, dirán algunos, pero ahí está. El efecto sede y su alta población no le ha valido a Brasil ni estar entre los 10 primeros del medallero, por ejemplo, aunque sí estar por delante de España.
Pero las cosas volverían a su sitio en Atlanta donde Italia, Francia, Australia o Corea, entre otros, nos adelantaron. Sólo Japón o Reino Unido quedaban por detrás.
En Sydney España se hunde y no sólo nos adelantan países ricos y poblados, sino que también los pobres y/o despoblados lo hacen: Rumanía, Bulgaria, Grecia, Bielorrusia... y así hasta 24. España fue la vigésimo quinta.
No mejoran mucho las cosas en Atenas, vigésimos, con una situación parecida a la anterior, ni en Londres, vigésimoprimeros. Por lo que casi habría que ver con optimismo el estar entre los quince primeros en Río, pero hasta aquí el análisis autocomplaciente. ¿Dónde está por tanto el fracaso? Pues sencillamente en el contexto internacional.
Véase el caso de Japón en el mismo periodo, en Barcelona ni estaba ni se le esperaba, décimo séptimo, casi sólo con las medallas de Judo, que a efectos prácticos es como pensar que hubiera pelota vasca en unos juegos olímpicos; es decir, deportes autóctonos. Ahora en Río ya luchan por quedar entre los cinco primeros y con el horizonte de Tokio a pensar en un pelotazo. Seguro que llegan a los tres primeros.
Véase el caso de China que, pese a estar quinta en muchos casos, alcanzaría el primer puesto en sus propios juegos por delante de EEUU, algo impensable a priori.
O, si no véase el caso de Hungría, mayoritariamente por delante de España, pese a las limitaciones de un país no demasiado grande y poderoso.
Sin duda, casos de éxito que están llevando a que las líneas de mantenimiento de Francia, Italia o Alemania queden en un segundo lugar y haya que verlas como estancamiento.
Pero me he dejado para el final el caso británico, que es el más ilustrativo de lo que pasa en el deporte internacional. Muy por detrás de España en la década de los 90, sólo llegaron al décimo puesto en el medallero en Atenas y Sidney. Hoy son segundos, tras no bajar en tres juegos de los cinco primeros. Sin duda el caso más evidente de éxito y aquí es donde me paro a comparar. ¿Podría España aspirar a algo parecido?
Lo hago observando sus principales caladeros de medallas británicos. El primero, el ciclismo en pista.
Sacado de la nada, la afición al ciclismo era nula en aquél país. Hoy son una potencia en pista, pero también en ruta. En España la afición al ciclismo en general es proverbial y véase, si no, hasta una medalla obtenida en Mountain Bike, pero es un resultado escaso. No me cabe duda que con ajustes en la organización de la federación, compatibilidad entre ruta y pista, acuerdos entre equipos y, en definitiva, una acertada política de la federación, España podría tener hoy en día un equipo decente de pista, como el que algún día tuvo, y podría hacer frente a la delegación británica, para traerse buenas medallas a España.
Segundo caladero británico, el remo. Vale que es la tierra de las regatas universitarias, pero ¿es que en España acaso no hay tradición remera? Que lo pregunten en la costa cantábrica.
No me cabe duda de que un puñado de vascos, cántabros o gallegos, provenientes de las traineras, harían un excelente papel en unos juegos olímpicos con ciertas adaptaciones. Hay deportistas y hay una liga potente ya que la de traineras es una de las ligas mas importantes del mundo, si no la primera. ¿Tanto trabajo cuesta adaptarse del mar al lago?
No me cabe duda de que un puñado de vascos, cántabros o gallegos, provenientes de las traineras, harían un excelente papel en unos juegos olímpicos con ciertas adaptaciones. Hay deportistas y hay una liga potente ya que la de traineras es una de las ligas mas importantes del mundo, si no la primera. ¿Tanto trabajo cuesta adaptarse del mar al lago?
Pero más hiriente es el tercer caladero, la vela, precisamente el primer año en el que no se trae España ninguna medalla en esta modalidad y cuyo medallero ahora es copado por los británicos. En el caso de la vela española, no cabe duda que hay que cuidarla, como se hará, y puede volver a lo que un día fue.
Otros caladeros tradicionales británicos son menos asequibles como es el caso del equipo de boxeo, un deporte mal visto en España, donde difícilmente se podría competir, o la hípica, donde todavía en España es un deporte de adinerados ociosos, poco dados al sufrimiento de la competición.
¿Y qué está pasando?
Otros caladeros tradicionales británicos son menos asequibles como es el caso del equipo de boxeo, un deporte mal visto en España, donde difícilmente se podría competir, o la hípica, donde todavía en España es un deporte de adinerados ociosos, poco dados al sufrimiento de la competición.
¿Y qué está pasando?
Pues sencillamente lo que anunciaba en el titular, el fracaso del deporte español, que ve como en deportes en los que podríamos estar a la cabeza, los británicos por ejemplo nos han comido la tostada o ven que siempre hay un australiano pugnando o arrebatándonos una medalla. Eso es un fracaso, porque sencillamente España podría estar en el top ten todos los años y todo lo que fuera menos de 30 medallas debería contarse como tal. Hay potencial humano para ello.
El deporte moderno es un deporte de despacho y sólo estrategias de estudio a largo plazo y planificación funcionan, aunque más que de despacho habría que decir de laboratorio. Pero no se entienda el laboratorio como lo entienden los rusos, es de laboratorio social y político.
Hay que reciclar conceptos, unir federaciones, realizar inversiones, buscar caladeros, mejorar la trazabilidad del deportista, poner en marcha el deporte universitario, aumentar las becas, buscar talento... En definitiva, programar.
Algo que no se hace en España y que sí se ha hecho en China, en el Reino Unido o en Australia. No se ha hecho en Francia, ni en Italia, ni tan siquiera en Alemania, donde sólo se mantienen o incluso decaen por el auge de los demás países. El más claro ejemplo es Alemania que sacan la mitad de medallas que en tiempos de la unificación. Esto supone estancamiento, no cabe duda. Lo mismo que ocurre en España.
Y ahora empieza a hacer programación Japón para sus juegos. Algo que, si en España no se implementa, ya augura el más absoluto de los fracasos. De poco vale haber sido décimo cuartos en el medallero y estar por detrás de Francia o Italia. Sencillamente, más atrás no se puede estar. Bueno sí. El día que Kenia o Jamaica diversifiquen la actividad y superen la especialización en fondo o velocidad atlética que actualmente tienen. ¿Será en Tokio?
Fotos e imágenes: Pixabay.